miércoles, 19 de enero de 2011

"Historias extraordinarias", de Roald Dahl


Una vez se cayó un libro de la estantería de mi amo, hará cosa de tres meses. Al recogerlo, vi que se quedaba un rato hojeándolo. Era un Compacto Anagrama de los de toda la vida.
Y apareció entonces ese extraño nombre: Dahl, Roald Dahl. ¿Cómo podía ser inglés un autor con ese nombre?
Sólo por eso ya me intrigó. Y comencé a leerlo. “Historias extraordinarias” es un acopio de relatos realmente bien escrito. Lo he releído ya un par de veces completo. Quiero destacar “El autoestopista”, una historia magnífica sobre un escritor que deja entrar en su coche a una extraña persona con una todavía más extraña profesión. “Pan comido”, “La maravillosa historia de Henry Sugar” (casi la que más me gusta) y dos relatos con historia real detrás: “El tesoro de Mildenhall”, sobre un granjero inglés que encuentra un tesoro romano en sus tierras, y “Racha de suerte”, el cuento donde Dahl explica el motivo que le llevó a hacerse escritor.
Precisamente aquí es donde encuentro una lista del propio Dahl que podría servir a cualquiera que quisiera lanzarse a escribir. Las cualidades que debería poseer o tratar de adquirir si alguien desea convertirse en escritor de ficción. Me encanta:

1.   Debe tener una imaginación viva.
2.   Debe ser capaz de escribir bien. Con eso quiero decir que debe ser capaz de hacer que una escena cobre vida en la mente del lector. No todo el mundo posee esta habilidad. Es un don que sencillamente se tiene o no se tiene.
3.   Debe tener resistencia. Dicho de otro modo, debe ser capaz de seguir con lo que hace sin darse jamás por vencido, hora tras hora, día tras día, semana tras semana y mes tras mes.
4.    Tiene que ser un perfeccionista. Eso quiere decir que nunca debe darse por satisfecho con lo que ha escrito hasta que lo haya reescrito una y otra vez, haciéndolo tan bien como le sea posible.
5.   Debe poseer una gran autodisciplina. Trabaja usted a solas. Nadie le tiene empleado. Nadie le pondrá de patitas en la calle si no acude al trabajo y nadie le reñirá si hace usted el vago.
6. Es una gran ayuda tener mucho sentido del humor. Esto no es esencial cuando se escribe para adultos, pero es de vital importancia cuando se escribe para niños.
7.   Debe tener cierto grado de humildad. El escritor que piense que su obra es maravillosa, lo pasará mal.

                                 

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