lunes, 8 de octubre de 2012

Byron´s of the week

Las editoriales andan también de recortes, y eso se ve reflejado en algo muy prosaico: ya no envían ejemplares de promoción para reseñar. O al menos ya no a mí. Miau. ¿Algún problema? Ningún problema, yo compro y alquilo y leo igual. Quizá menos novedades, pero ahí van:


  • "Xingú", de Edith Wharton. Edita Contraseña.
  • "Puro Far West", de O´Henry. Edita Mono Azul.
  • "Nosotros", de Evgueni Ivánovich Zamiátin. Edita Akal.
  • "The Foreigner. Two Essays on Exile", de Richard Sennet. Edita Notting Hill.

jueves, 27 de septiembre de 2012

"Zipper y su padre", Joseph Roth

Menudo perfil austrohúngaro que me gasto

Decir que Joseph Roth escribe bien es no decir nada. Roth escribe mejor que bien porque es un hombre sabio, un narrador nato. Conciso, poético sin quererlo, nos ha legado decenas de novelas que deben revisarse sin falta. Hablé hace meses de "La marcha Radetzy", la que fue mi primera lectura de este extraño 2012, y sin comerlo ni beberlo he vuelto a este imprescindible autor. Así que este verano, entre siesta y siesta, entre una lectura y otra, me he ventilado "Zipper y su padre", que bien podría titularse "Zipper padre e hijo". Aquí aparece de nuevo el enclave de la primera guerra mundial como sombrío e implacable jinete del apocalipsis y debacle de media Europa. Los Zipper, junto al narrador de la novela (amigo de la familia, huérfano de padre, alter ego de Joseph Roth), viven tiempos convulsos previos al asesinato de Franz Ferdinand en Sarajevo en 1914. La familia Zipper, como tantas otras de Viena y de cualquier punto de la Europa Austrohúngara, va tirando. No vive bien, porque no se puede vivir bien si no eres de la nobleza o directamente un canalla. Sobreviven, vamos. Nuestro narrador, amigo del alma de Arnold Zipper (el hijo al que hace referencia el título del libro), va repasando su adolescencia y juventud. Zipper padre, EL PERSONAJE DE LA NOVELA, queda tan maravillosamente retratado que parece que el lector conviva con él, conozca sus expresiones y reacciones. Zipper padre es uno de esos personajes con los que, a pesar de las diferencias, empatizas. ¡Y casi desde el minuto uno! 

A sus pies, Joseph Roth!

Pero a lo que voy: una vez expuesto el marco y los actores de la novela, llega sin avisar la guerra. La Gran Guerra. Y con ella todo lo peor del hombre contra el hombre. Y Zipper hijo y nuestro narrador se ven obligados a sumarse a la carnicería. Y entonces vuelven de la guerra y la novela ya es otra. Indefectiblemente otra novela, otro ritmo, otra historia. Y te das cuenta de la maestría de Roth cuando repasa los daños colaterales del conflicto físico y espiritual de algo tan aterrador y deleznable como aquella guerra. Y la convalescencia de los dos amigos toma caminos inesperados, y la amistad cambia -como no podía ser de otro modo-, y comienzan relaciones con otras personas, y los padres envejecen, y alguien se queda en el camino, y sus vidas no continúan porque ninguna vida continúa después de una guerra. Luego llega el cine, sí. El mundo del cine que irrumpe en la vida de ambos de un modo accidental y luego les pasa factura. Y...bueno, no sigo más porque deben leerla. ¿Una crónica generacional? Puede ser, aunque no soy amigo de la palabra "generación" y todo lo que ella comporta. Una amarga historia de ilusiones y decepciones, desesperación, supervivencia y, por encima de todo, una amistad sustentada en el respeto mutuo más allá de pareceres y desvíos de camino. Debo decir que el truco narrativo del último capítulo desconcierta. Joseph Roth se saca de la manga un personaje que ejerce de "nueva voz" para dar cierta luz a los hechos acontecidos en la novela, y eso me parece extraño (por lo tarde que aparece, por lo brusco y porque -aunque eso es bueno- el personaje en cuestión tiene un spin off como una catedral. En fin, nueva maravilla de Joseph Roth editada por Acantilado y recomendada por este su gato reseñador y maullador. Miau, miau, y remiau por el gran autor de la debacle austrohúngara.

Juro solemnemente que Joseph Roth es un MUST

martes, 21 de agosto de 2012

"Sobre la felicidad a ultranza", Ugo Cornia

¡Es míooooo, mi tesooooro!

Miau! Mal comenzaba este libro, sin engancharme, sin gustarme el tono digresivo, con 3 o 4 capítulos más bien flojos, bajo mi humilde gatuno punto de vista. Entonces la cosa comienza a arreglarse, y el disfrute es máximo ya desde ahí. Ugo Cornia ha perdido a gran parte de su familia siendo joven. Ugo, lejos de lamentarse, describe de un modo emocional -en un tono confesional que no se hace nada pesado desde ese momento- sus impresiones, sus efectos, su deriva desde entonces. ¡Bravo! Preciosos los diálogos con su tía, con su madre y con su padre, tanto cuando están vivos como estando muertos, interesantes reflexiones las que Cornia desgrana párrafo sí, párrafo no, con interludios sexuales muy italianos, ciertamente cómicos, muchas veces dulces, otras amargos. ¿En qué he pensado mientras leía esta pequeña joya del verano 2012? Pues no sé si alguien lo habrá dicho ya, pero pensaba en "Paseos con mi madre", de Javier Pérez Andújar (con quien comparte una hermosa cercanía no sentimentaloide), pensaba en un amigo a quien se le murió la abuela hace poco y escribió una despedida que aún resuena hoy en mis oídos. Pensé también en familiares que uno pierde pero nunca pierde, en personas vivas que están ya muertas sin saberlo, en el tan cacareado carpe diem, en una palabra que siempre me ha incomodado: esperanza. 

Byron, ¿dónde estás buscando la felicidad?

Y claro, en la felicidad. A ultranza o no, la felicidad es, como decía John Lennon, un arma resbaladiza ("Happiness is a warm gun", The White Album, 1968). Pensé en rituales familiares que uno decide continuar incluso sabiendo que no proporcionan ni placer ni dolor, simplemente perpetuando una voz de los genes, no sé si me explico. Pensé en la soledad como un regalo que unos buscan y otros -vivos o muertos- otorgan a otros que no la quieren. Pensé en que cuando se te muere alguien cercano eres capaz de llegar a pensar en todo lo pensable, todo, absolutamente. Tu cabeza estalla, tus neuronas se disparan, tus cavilaciones y ensoñaciones dan vueltas inexplicables. Y lloras y ríes, y recuerdas y otorgas un preciso y precioso lugar para los que ya no están contigo a un nivel físico. Y he pensado en la horrible muerte tétrica que la odiosa religión cristiana nos ha inculcado. Esa muerte rodeada de símbolos, silencio, color negro y llanto y palmaditas en el hombro y más muerte que la propia muerte. Cornia ha aprendido a vivir a base de darle vueltas a las cosas y a base de conducir en su coche adorando las curvas de la carretera y las curvas de sus ligues, esos corpóreos copilotos de andanzas. Y, en el capítulo final, el que dá título al libro, eclosiona la tesis, si es puedo llamarla así. "Estamos de paso", que decía aquél. Sí, estamos en la vida (sea lo que se eso de "la vida") para probar, para experimentar. No estamos para desear, no señor. Atención a esto, amigos, que me parece harto importante. Hay que hacer las cosas, y cito a Cornia, "sólo para ver qué pasa, sin grandes motivaciones". Y más: "(...) todos los deseos y los pensamientos, y a mi juicio también las esperanzas, son un estado penoso de la existencia". Huella profunda me deja este libro, que invita a vivir "felizmente despreocupado". ¿Un libro depresivo, desalentador? Absolutamente no. ¿Una tragedia la vida? Pues sí, claro y no también. ¿Destinos inexorables como lápidas talladas a sangre y fuego? Según cómo. Humanos que leen este blog, lean a Ugo Cornia y luego me cuentan. ¡Remiau!
Edita sabiamente Periférica.

 Así de a gusto me he quedado al terminar el libro de Ugo Cornia

lunes, 13 de agosto de 2012

"Guía literaria de Londres"


Londres huele a vapores de fábrica, a carbón y a té.

Quede dicho de antemano que yo soy un British Shorthair de pura cepa, así que mi anglofilia está demostrada genéticamente hablando. Si a eso le sumamos una pasión por la pérfida albión y en especial por la villa de Londres y sus variopintos barrios, pues un libro como el que nos ocupa estaba hecho para enamorarme. ¿Pero, cómo empezar? Lo haré casi telegráfico, va:


LO QUE NO:
Esta apreciación es estética, pero no olvidemos que un libro es estética, al menos en su cascarón. La portada es fea, también los colores utilizados, la tipografía y el diseño. ¿Se ha hecho demasiado rapido?
La selección de los textos está muy bien, pero: ¿por qué tanto texto sobre la arquitectura de la ciudad? Y, por extensión, ¿por qué tanto texto sobre edificios religiosos de la misma?
¿Por qué no hay textos de autores del siglo XX? Londres ha cambiado tanto que uno se queda anonadado de las mutaciones que semejante urbe ha sufrido -en toda la extensión de la palabra- este pasado siglo. Aquí conocemos la prehistoria de Londres, desde que fue Londinium y nadie (excepto Séneca) daba un duro por ella, hasta la ciudad cosmopolita que describen sabiamente Henry James, Natsume Soseki o Chesterton. ¿Dónde están Kingsley o Martin Amis? ¿Dónde Conan Doyle o Julian Barnes? ¿Dónde Ian McEwan o Irvine Welsh? Cierto, cierto, se dice en el prólogo que es una guía incompleta, sí. Vale, quizás es que se está trabajando en una segunda parte? Así lo espero, remiau.
Ejem, ¿qué ha pasado con las imágenes que adornan el libro? O están quemadas o están demasiado reducidas o sencillamente mal impresas. Una lástima, la verdad.
Ah,mención especial al texto de Carlos, príncipe de Gales. ¿POR QUÉ? Seamos serios, por favor. La monarquía debe desaparecer de todos los países del mundo. No más carta blanca para que reyezuelos y demás calaña tengan voy o voto.

Si William Hogarth o Gustavo Doré me hubieran dibujado...

LO QUE SÍ:
Pues los textos, evidentemente. De Washington Irving a Pepys o Boswell (su texto es deliciosamente libertino y divertido), pasando por el aburrido pero muy gráfico Antonio Ponz (demostrando una vez más que un español que viaja es un español que compara. Craso error) o el simpático Edmundo De Amicis ( gran conversación la suya con un astillero del puerto). ¡Qué magnífico fresco de Londres ofrece Dickens en menos de página y media, por dios! Y Dostoievsky y las prostitutas del Haymarket tampoco se queda corto. "Una ciudad de ladrillos y cielo lechoso", dice Théophile Gautier, y acierta de pleno. Me río con Henry James y su visión de la aristocracia y admiro la sagacidad de Jack London (apellido que le viene que ni pintado) para alcanzar a describir las cotas más lumpen de una ciudad que no  para de generar inmundicia y gente que vive en ella. Podría decir que mi fragmento seleccionado favorito es el de un tal Philip Gilbert Hamerton, a quien desconocía. Quizá su condición de inglés expatriado (así me siento yo, most of the time) le ofrezca un punto de vista muy certero. ¡Bravo, my man! Y Mark Twain sorprendiendo al vecindario, Soseki y su tristeza en Clapham o Saki y su divertido episodio del té.
Muchas ganas de volver a la patria de mi familia gatuna, a la ciudad que más me entretiene, una ciudad donde pasear se convierte en el elemento natural de cualquiera que la visite, cuyo lechoso cielo alegra la vida y la oscurece a placer, una acogedora urbe, caótica, educada, soez, sucia y limpia a la vez. Londres, I love you so much. Miau.
Edita Ático de los libros.

London, here I go!

domingo, 12 de agosto de 2012

"El juego de las nubes", de J. W. Goethe



Muy bien editado por Nordica Libros e ilustrado por el conocido dibujante Fernando Vicente, debo decir que este libro es mejor en su continente que en su contenido.
Con una portada que enamora, un tamaño perfecto, un tacto agradable y un autor de indiscutible calidad, uno se aboca ante semejante librito con ganas de obtener disfrute inmediato.
Pero miau miau, la cosa no arranca porque las nubes son inasibles y escurridizas, y Goethe, en su labor clinica de describirlas junto a caminos y montaña y valles de Alemania y Suiza, no engancha. Se pierde en descripciones excesivamente geográficas, demasiado técnicas, barométricas. La mañana, el mediodía, la tarde y la noche se convierten en los 4 capítulos de "El juego de las nubes", mas un "Ensayo de meteorología" ciertamente aburrido sobre los avances en el estudios relacionados con el tema en cuestión, los precursores -con Howard a la cabeza- y los distintos aparatejos para medir distintos fenómenos. Demasiado empírico, en general. ¿Dónde está el Goethe romántico, simbólico?

¿Pero esto no iba de nubes?

Por otro lado, los dibujos de Fernando Vicente no tienen ninguna relación con lo escrito por el autor de "Fausto". Y no digo que deba tenerla, pero es que despista, tanto en la cubierta como en las páginas interiores. Se incluyen también unos esbozos del propio Goethe, que no están nada mal, la verdad, y acaban explicando más de lo que Fernando de Vicente intenta con buenísima intención.
Bajo mi gatuno punto de vista, y podría decir que soy un experto en nubes (me paso todo el día admirándolas en sus distintas formas y sus maravillosas e inesperadas mutaciones), estas observaciones se quedan en el terreno de la vulgar neblina matutina de esa centroeuropa que una gato bohemio como yo -nací en Plzen, en la antigua Checoslovaquia- conoce tan y tan bien.

¿Dormirse con Goethe es posible? Es posible.

martes, 10 de julio de 2012

"Escondite", de Alexis Nolla



Lectura muy veraniega, con olor a salitre y también a bosque profundo.
Me gusta este cómic reversible de Alexis Nolla por todo lo que no explica. 
Aparecen aquí personajes excéntricos, como con un pasado chungo (y que remiten a los tipos que aparecen en las pelis de Kaurismaki), inmersos en historias que les quedan grandes y pequeñas, sin rumbo, a la deriva. Los finales "chinpum" que tanto me gustan siembran estas short-stories surrealistas, casi mágicas, y mecen al lector en un viaje hacia la naturaleza más auténtica, que no es ni la de las montañas ni la de los animales ni la del océano sino la del ser humano. Ese ser.



"Escondite" se lee en un santiamén y luego pasa lo que pasa con las historias buenas: que se te quedan dando vueltas en la cabeza, visualizas ese viejito con barba blanca, ese monstruo como de Maurice Sendak, esa camiseta de The Slits en el cuerpo de una loba, ese libro de Deleuze, ese Joseph Conrad. Bravo, Apa-Apa.
Con la grapa old school que ahora Nobrow ha puesto de moda again, "Escondite", con subtítulos en inglés (y alguna que otra errata sin importancia) se convierte en un ingenioso y misterioso artefacto que deja huella.
Por cierto, que la historia que más me gusta es la de Dennis Wilson, el batería de The Beach Boys.
Otra cosa, me encantaría colorear alguna que otra página. Soy así.
Ah, imagino que Alexis Nolla alargará la historia de los hijos del marinero, porque da mucho de sí. Seguro que ya lo ha pensado. Meow!




lunes, 25 de junio de 2012

"Grandes soldados", Laurent Rivelaygue y Olivier Tallec




Parece ser que el rey Federico I de Prusia, caprichoso como pocos, se dedicó a reclutar a tipos de gran envergadura a lo largo de toda Europa con el fin de convertirlos en soldados profesionales y luego adherirlos a su guardia personal. Tan patético -y seguramente alfeñique- era este rey, que utilizaba la fuerza que él no tenía para tales fines, obligando  -mediante amenazas y torturas varias- a los elegidos a sumarse a su guardia por las buenas o por la malas. Hay que decir que, una vez reclutados, dichos "soldados gigantes" eran bien alimentados, dormían en camas decentes y tenían varios privilegios que otras personas no podían ni soñar.

Esta es la historia de Cathal Cran, un pastor irlandés testarudo y honesto que es reclutado por el mencionado rey para unirse a su guardia. El impresionante pastor se toma su tiempo en responder a un emisario del rey que lo quiere captar a la de ya. "Aún no me he decidido", suelta el gigante. Luego ya no vienen preguntando y se lo llevan al palacio del rey en Postdam. Y entonces…bueno, entonces os lo leéis, ¿no?



La historia -de Laurent Rivelaygue- es intensa, plagada de humor sanote y algo picarón (impagables las escenas de sexo). El dibujo de Olivier Tallec es fantástico, muy en la línea de Christophe Blain y su "Isaac el Pirata", con un gama de tintas potente y unas expresiones sencillas pero efectivas. El final quizá adolece de poca mecha, o es que a lo mejor tendrá continuación, no lo sabemos.
Me ha encantado la presencia de un perro rojo que sale de la cabeza de Cathal Crann (sí, sí) cuando éste entra en cólera. Funciona muy bien metafórica y gráficamente, y encima asusta que da gusto. Buena trama (habituales asuntos palaciegos, traiciones, cartas que caen en malas manos) , buena edición  -me quedo varios minutos oliendo las páginas de este cómic- y rápida lectura. ¡Miau, Miau, Cathal Crann, esperamos más aventuras tuyas!
Edita Norma.

jueves, 7 de junio de 2012

Byron´s of the Week


Esta semanita han llegado cosas jugosas a mi buzón:


  • "Has de cambiar tu vida", de Peter Sloterdijk. Edita Pre-textos
  • "Porque la vida no basta", de Michael Damiano. Edita Anagrama
  • "La liebre con ojos de ámbar", de Edmund de Waal. Edita Acantilado
  • "Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus", de Agustín Fernández Mallo. Edita Alfaguara

¿Por cuál empiezo? ¡Meow, miau!

lunes, 28 de mayo de 2012

"My favorite things. Conversaciones con John Coltrane", Edición de Michel Delorme



Huelga decirlo, pero Coltrane es una leyenda. Y su música amansa a las fieras.
Siendo pues la fiera que soy,  amante del jazz también, la combinación se convierte en mortal.
El mito, el misterio que lo rodea y el halo de misticismo de su última etapa. Todo eso no me interesa mucho, la verdad. Lo que sí me interesa es escucharlo y perderme entre las estructuras de sus acordes más standards y también en los más complicados de seguir. El punch de sus composiciones y su manera inimitable de interpretarlas. Eso sí. 



¿Verdad que reconoces si es Coltrane el que está tocando en cuanto escuchas una pieza tocada por él? Eso es mágico, una experiencia única. Pero vamos al libro.
Editado Alpha Mini, esta mini joya recoge 2 entrevistas y una carta. Las entrevistas las hizo Michel Delorme, una en 1962, la otra un año después. Luego se transcribe una carta del propio Coltrane a Don DeMichael, director de la revista Down Beat.




¿Qué aprendo de las palabras de Coltrane? Una serenidad, una dedicación al trabajo que ya no existe. Ni en la música ni en la literatura ni en ningún arte. Leo a un músico que busca extraer todo lo que cree que alberga en su interior. Hablo de una capacidad de concentración inviable nowadays. "Parto de un punto y llego lo más lejos posible", dice Coltrane. A eso me refiero exactamente con lo de la entrega y el sacrificio. Algo inusual actualmente, ¿verdad? Una exploración metódica, obstinada, sin esperanzas, de sus propios recursos y posibilidades. Aquello de "la inspiración me pilló trabajando", efectivamente. Mirando a las musarañas no te llega nada, vamos. Trabajo, trabajo, trabajo.


Algo que me gusta de no muchos músicos realmente geniales es una mezcla de modestia y un "yo soy Coltrane" que no se atreven a mostrar. Sí, en estas dos entrevistas se nota mucho. El periodista, absolutamente enamorado de Coltrane y su música, le va intentando "atrapar" en un misterio y revelación, quiere inferirle una unicidad de icono del jazz, de estrella. Y Coltrane quiere escapar de esas flores, pero no puede. Bueno, sí pero no. A veces da la impresión que sabía que no podría llegar más lejos con su arte. De todas formas, admite en varias ocasiones que lo que él busca es algo interior, algo que le lleve a lo más extremo de su ser y se traduzca en notas musicales que -eso sí- logren enamorar a la audiencia. Nada de "el público no me interesa", todo lo contrario. "Los auténticos poderes de la música son todavía desconocidos", dice el propio Coltrane. Bravo.

viernes, 18 de mayo de 2012

Byron´s of the Week



  • "My favourite things. Conversaciones con John Coltrane", de Michel Delorme. Edita Alpha Decay
  • "La liebre con ojos de ámbar", de Edmund de Waal. Edita Acantilado
  • "Lobisón", de Ginés Sánchez. Edita Tusquets
  • "The adventures of Leeroy and Popo", de Louis Roskosch. Edita Nobrow
  • "Bouncer", de Jodorowsky y Boucq. Edita Norma

lunes, 14 de mayo de 2012

"Omni-Visibilis", de Matthieu Bonhomme y Lewis Trondheim


Mi visita el Saló del Còmic dió sus frutos, sí. Me paseé por los stands y salí con algunas joyas que empiezo a leer ahora en el balcón, con el solete y la tranquilidad de esta primavera de 2012. Abrí fuego con los franceses que nunca fallan, léase Berberian, Trondheim o Sfar. Y aquí mi primera reseña, sobre un juego metaliterario, distópico si me apuran, del guionista Lewis Trondheim y el ilustrador Matthieu Bonhomme. La cosa es sencilla: un cuarentón amargadete se levanta un día cualquiera con la extrañísima capacidad de ser blanco de todo el resto de los mortales. Blanco en el sentido de sus propios sentidos, me explico: todo el mundo puede ver, oir y oler lo que él ve, oye y huele. ¡Meow, buf, wow, dirán ustedes!

Byron no esconde jamás detrás de un cómic, si acaso lo analiza desde todas sus esquinas.

Terrible pesadilla kafkiana que por momentos me recordó a "Afterhours" de Martin Scorsese por su ritmo endiablado y sus personajes delirantes. Lo de "Omni-Visibilis" viene precisamente de eso: todo visible, todo a la luz. Si el prota se rasca la oreja, la gente nota que se la rasca, si el prota mira las piernas de una chica por la calle, la gente lo sabe, si el prota tiene problemas intestinales y tiene que entrar en el baño para aliviarse, la gente lo sabe (ehem...). Claro, una maldición así es complicada de invertir (no voy a explicar el final, no). Pero divertida lo es un rato también, y tanto guionista como dibujante se lo pasan bomba con las escenas propuestas. Y yo que me alegro, porque me hizo pasar un buen rato este cómic, sí señor. ¿Un acontecimiento fantástico? ¿Un hombre-antena? Enseguida llegan los oportunistas y lo raptan, lo amenazan, lo ven como una fuente inagotable de dinero y poder. Y él, hipocondríaco y maniático como un personaje de una peli de Woody Allen, corre que te corre, esquiva que te esquiva. ¿Hasta dónde llega la privacidad humana? Creo que Trondheim pensó en este guión después de pensar seriamente sobre las redes sociales y el constante strip-tease voluntario de todos y cada uno de nosotros. Penoso, sí, pero cierto también. ¿Una fábula orwelliana? Meow, meow...
Edita Norma Comics.

Aunque mis ojos están cerrados, yo veo todo lo que quiero ver...

miércoles, 9 de mayo de 2012

"Una edad difícil", de Anna Starobinets

                                                Me ha parecido oír algo detrás de la puerta


Escalofríos de paranoia han recorrido mi felino esqueleto al acabar cada uno de los relatos que componen este excepcional libro. "Una edad difícil" viaja por la ciencia ficción más inquietante para devolvernos nuestras pesadillas en forma de distopía cercana, algunas de las cuales podrían situarse sin problemas en un futuro en el que la tecnología tergiversa la identidad propia y ajena pero en el que sin duda lo más aterrador continúa siendo la naturaleza humana. Otras podrían estar pasando ahora mismo. Y ese es el gran acierto de Starobinets. Hay monstruos y vida artificial y rutina ordinaria, y sin embargo en estos adictivos relatos el terror que asoma en las páginas tiene en muchos casos un rostro reconocible. En otros casos, no. En otros casos es algo poderosamente sobrenatural. La sensación de extrañeza que producen las historias contrasta con la magistral capacidad de contar (así de sencillo y así de difícil: saber contar). Y es que es Starobinets es realmente buena provocando aquello que quiere provocar, esto es: auténtico miedo.

                                    Espero que no vengan a por mi ejemplar de "Una edad difícil"


¡Me gusta hasta la hormiga de la portada!

Cabría matizar que es un miedo en el que se entra despacio y en el que uno se siente sumergido cuando faltan pocas páginas para el final, justo para cuando éste llega la sensación es de inmersión total en el extraño mundo al cual estos relatos te envían sin bombona de oxígeno. Un baño del que uno sale fresco, queriendo repetir ¡No os perdáis la experiencia, miau!

Edita que da gusto Nevsky Prospects

viernes, 27 de abril de 2012

"Jakob Von Gunten", Robert Walser



Ahhh… el Instituto Benjamenta como metáfora de…¿de qué?
Discrepo de la tendencia habitual de buscar un significado alegórico, simbólico y/o metaficcional a ciertas novelas etéreas, oníricas y hasta surrealistas como ésta. Robert Walser, vamos a decirlo ya, estaba en las nubes. Y bien que así fuera, porque escribía dotado de una magia como invisible, vaporosa. Sus personajes se contradicen, se niegan a sí mismos, parece que buscan salidas y lo que en realidad quieren es seguir ocultos en sus cavilaciones.
Walser es un narrador poco fiable. Dicho lo cual, es mejor no pararse en la lectura y acabarla del tirón. Un poco de Kafka aquí, de Musil allá, de Benjamin por doquier. Incluso del Novalis de "Enrique de Ofterdingen", preciosa novela, pardiez. En un artículo interesantísimo que escribió Coetzee en el New York Review of Books, logramos entrar un poco más en la mente del joven Walser, apocado escritor de los de largos paseos y poca conversación. 



Amante del silencio y la introspección, Walser salpica sus textos de interrogantes, y las memorias de adolescencia del joven Jakob Von Gunten son tan subjetivas y mágicas que ciertamente parecen salidas de un sueño. ¿Una novela mental? Who knows? Vagabundeos líricos, eso sí, preciosos. ¿Qué se aprende en el Instituto Benjamenta? Más bien poco. Nada. ¿Qué extrae Jakob de las enseñanzas, del director y de la fantasmagórica Lisa Benjamenta? Lo mínimo. No es una novela de formación, no. Yo no la veo así. Veo un interés lingüístico por llevar delicados pensamientos y vaguedades de un  teenager a un grado de poesía pura. Veo secretos inconfesables, pasadizos, sexualidad incipiente, sumisión, castigo, cinismo y un poco de crítica social.



Vaya, y los rarunos hermanos Quay hicieron su interpretación libre de la novela. 
Rarita parece la pelo, pero interesante (¿cómo podría pasarse al cine si no es de forma muy muy libre?).
Novela leve pero profunda, novela auténtica, con poca acción y mucha renuncia. Novela que me ha gustado y -esas cosas del poso que dejan ciertos autores meses después de leerlos- me seguirá gustando aún más. Edita sabiamente Siruela.


miércoles, 18 de abril de 2012

"Derrumbe", de Ricardo Menéndez Salmón


"Mire a la derecha"

Leí "Derrumbe" hace un mes y hasta hoy no he podido hacer la reseña. No por tiempo ni ganas, sino porque no sabía cómo asimilarla. Su lectura me dejó…K.O. Pensé en Philip Kerr y aquella joya llamada "Una investigación filosófica" y luego en George Saunders y su "Guerracivilandia en ruinas", pero eran meras referencias de género, relaciones que más bien por similitudes de "decorado literario" me vinieron a la cabeza. Nada que ver. Menéndez Salmón juega en otra liga. La liga de los estetas del lenguaje. ¿Un ejercicio de estilo pues? No. Un armazón lírico importante con una trama no especialmente cautivadora (para mi gusto). También pensé en thrillers españoles, pero es que es un género cinematográfico que para mi gusto no ha dado buenos frutos en nuestro país. ¿Quizá una película inglesa con actores de verdad? No sé, yo pensé que debería ser española, pero ahora lo dudo. Al grano: "Mortenblau", la primera parte de "Derrumbe", son 66 páginas vertiginosas, epatantes, cargadas de un contenido y un continente avasallador, con un asesino en serie despreciable, sumamente inteligente y con el que empatizas de una forma desagradable y nauseabunda. Con un ritmo delirante, el lector queda atrapado sin remisión en un torbellino de idas y venidas, diálogos cortantes, música clásica "de la que escucharía Hannibal Lecter", pasión por el verbo, descripciones fantásticamente alambicadas, alta literatura. 


"Mire a la izquierda"

"El mundo bajo la caperuza del loco" responde a las siguientes 70 páginas, en las que "Corporama" cobra protagonismo ("Corporama" es un parque temático, metáfora de…no, no cuento más). Aquí los personajes se mueven rápido, buscan caminos, los encuentran, se equivocan, se espían, se maltratan. Hay en esta segunda parte una cierta suspensión de la trama, un "Play-Pause-Play"  que deja al lector en ascuas, desviándole la mirada hacia un microcosmos enfermizo donde los hombres-larva se mueven casi sin saberlo. El terrorismo como un poeta liberador, un Zaratustra de la montaña mesiánico, un virus latente escondido en botellas de leche y…vaya, ya he dicho demasiado. Ssshhh…
Termina "Derrumbe" con "Padres sin hijos", capítulo cocteauniano para el final de una novela que es un thriller tecnológico-filosófico-psicológico de órdago.  Hombres persiguiendo a hombres que deberían ser monstruos pero son como todos nosotros. La novela es estremecedora y deja huella. Tanta -en mi caso- que me ha dejado mudo un mes sin saber qué demonios decir. La violencia llevada al lenguaje es algo que no había visto hacía tiempo, mucho tiempo. ¿Un thriller coral? Maybe. El corazón se acelera, eso ya os lo confirmo. ¡Miau, miau! Edita Seix Barral.


"Mire al centro y diga..."Derrumbe"!

domingo, 15 de abril de 2012

Byron´s of the Week



A mis garras han llegado esta semana:


  • "Exitus", de Antonio Luque a.k.a. Sr Chinarro. Edita El Aleph.
  • "Diario de un hombre amargado", de Federico Montalbán y Laia Doménech. Edita Morsa.
  • "Más árboles que ramas", de Jorge Wagensberg. Edita Tusquets (colección Metatemas).

sábado, 7 de abril de 2012

Byron´s of the Week

En mis garras dispongo esta semana de las siguientes joyas:


"Escenas de la vida de Londres por Boz", de Charles Dickens. Edita Abada
"Una edad difícil", de Anna Starobinets. Edita Nevsky Prospects
"Balada de Caín", de Manuel Vicent. Edita Backlist
"Al desnudo", de Chuck Palahniuk. Edita Mondadori

sábado, 31 de marzo de 2012

"Desorden y dolor precoz", de Thomas Mann


Deliciosa pieza que conmueve y provoca la sonrisa a partes iguales. La família del doctor Cornelius sobrelleva dignamente la crisis entre "chuletas de berza" y preparativos para una pequeña fiesta que los hijos mayores Ingrid y Bert, aspirantes a actores, desean ofrecer para sus amigos, entre lo cuales se encuentra algún atractivo actor de moda y otros galanes juveniles. De los dos pequeños, a quien el doctor Cornelius profesa una adoración sin límites es a la pequeña Lorchen, el profesor reflexiona sobre la naturaleza de esta ternura paternal tan particular y nueva para él, mientras se van sucediendo los preparativos. Los retratos de la família (los juegos infantiles, las criadas exburguesas venidas a menos) se suceden mientras que se acerca la hora de recibir a los invitados, entre los cuales se encuentra Herzl, joven comediante de mirada triste y carmesí en las mejillas.

                                "...uno más bien tendería a pensar que o melancolía, o maquillaje" 
                               
El doctor Conelius intenta escabullirse de la fiesta mientras sus hijos al completo disfrutan de los bailes junto a sus invitados, los pequeños Lorche y Beissel corretean entre el atractivo señor Hergesell y la cantante Plainchinger..., su rutina y la preparación se sus clases se ven levemente alteradas por lo que sucede en casa. Pero al regreso de su breve paseo, algo ha sucedido, y el profesor se verá preso de una gran compasión hacia su queridísma Lorsche, a causa del incidente sentimental que ha llevado a la pequeña a sollozar terriblemente... ay, el dolor precoz... Lo que más me gusta de este texto es lo mucho que explica sin necesidad de grandes tramas argumentativas, una mirada honesta e inteligente es suficiente para extraer toda la significación de pequeñas escenas cotidianas, y para trasmitir toda la gama de colores de los sentimientos más complejos. Además, si por casualidad acogéis en vuestras manos esta maravillosa y atractiva edición de Alba, caeréis hechizados y no la podréis soltar. Sí, aún me relamo. 

                                                     ¡Larga vida a la colección Alba Brevis!

sábado, 3 de marzo de 2012

"Max y Moritz", de Wilhem Busch


¡Albricias, cómo emociona tener en mis garras una joya como esta! 
La leí siendo un gatico muy pequeño y puedo jurar que ciertas viñetas me estremecían. El dibujo de Wilhem Busch, algo rancio pero muy efectivo, creaba en mí una suerte de miedo cerval, inexplicable, de ese que obliga a desviar la mirada para luego volver a mirar casi con culpa de hacerlo (otro día hablaré de lo precursor de sus viñetas, el mundo del cómic le debe una a este alemán, vaya…). Lo leí en blanco y negro, (así era en su versión original de 1865), y ahora Impedimenta ha tenido a bien editarlo a todo color, con su estilo particular, cuidado y manejable a la vez. Miau. Estoy feliz de haberlo recuperado. 


Y encima -esto sí que es importante- viene con la sabia traducción y adaptación de Víctor Canicio. ¡Aplausos para este Übermensch! Hablamos aquí de una rima preciosa, verdaderamente musical, que remite a las melodías infantiles de los pueblos, de los pregoneros, de las abuelas que canturreaban sonetos tradicionales con las consabidas moralejas. Miau, miau.
Y luego las travesuras de Max y Moritz. ¡Ah, eso sí que son jugarretas! ¡Qué bien educados los niños alemanes de la época! (yo, que soy de Bohemia -nací en Pzlen, por si a alguien le interesa- he tenido la inmensa fortuna de tener una educación germánica, protestante, kantiana…maravillosa).
Puedo entender -muy a mi pesar- que en la España rancia de aquella época (1865) esto no pasara la censura ni de refilón. Y puedo entender que para la educación mojigata de aquellos tiempos esto podía convertirse en un anatema para el valiente editor que se atreviese a sacarlo a la luz. Bueno, de esos tiempos y de muchos de los que vinieron después. ¡Niños cometiendo fechorías sin recibir castigo alguno! ¡Niños maltratando animales, pateando culos de sastres y maestros! ¡Niños felices, sin pensar en el mañana, niños capaces de todo! Miau y requetemiau.


¿Qué demonios es la corrección política en la literatura infantil? Al demonio con ella. ¡Qué moderno era todo antes de la mal llamada “Era Moderna”! Fascinación y temor a partes iguales. ¡Me río yo de la supuesta crueldad de los cuentecitos de Tim Burton y sus melancólicos niños-ostra, ha, ha, ha!
Ahora sólo falta que Enrique Redel rescate el “Struwwelpeter” (“Pedro Melenas” para los de aquí) y ya me puedo retirar tranquilo a mi tejado, siempre a leer lo mejor de Impedimenta, que es mucho.


martes, 21 de febrero de 2012

"Sukkwan Island", de David Vann



Este libro es todo menos complaciente. No hay respiro, no hay empatía, no hay compasión. 
Dicho lo cual, me ha gustado mucho, aunque no sé si el criterio del gusto es aplicable a historias como la que nos ocupa. David Vann conoce su oficio y atrapa al lector desde el primer -y ya mítico- párrafo. 
Te sitúa en el decorado, te va presentando a los personajes y uno va -por decirlo de algún modo- encariñándose a ellos. Luego te pega la hostia, el gancho de izquierda justo a la mitad del libro. Miau. Meow. Grrr. Me enfadé. Me enfadé mucho. Lancé el libro contra la mesa (hay testigos) y maullé muy fuerte y muy alto. ¡No puedes hacerme esto, David Vann, simplemente no puedes!


Huele a salmón ahumado, pero creo que lleva sorpresa dentro...

Pero no solo sí puede sino que además debe. Y entonces te estruja un poco más y luego te suelta a la intemperie, con el hielo, el frío y la temible oscuridad. ¿Qué te parece?
Ah, ¿que cómo lo consigue? ¿Qué complicada trama ha urdido para semejante long-seller? Algo sencillísimo, un viaje, un encuentro-desencuentro, unas relaciones oxidadas, unos ajustes de cuentas, unas disculpas pronunciadas algo tarde, unos errores no enmendados, una inmadurez y un diálogo certero y punzante siempre rodeados de un paisaje hostil, como de novelas de Conrad y Defoe, o de aquella película de John Boorman o de "Jeremiah Johnson" o algún episodio del primer "Twin Peaks". Muy muy duro, meow, meow, muy difícil de digerir y -deduzco- mucho más complicado de facturar.
Padre e hijo con asuntos pendientes ya es de por sí un entorno arduo. Me refiero a que poco importaría el marco geográfico a priori, claro. Pero es que encima, como el puño de un dios castigador, David Vann sitúa a Roy y Jim -qué pequeños me parecen ante la inmensidad del hielo de Alaska- en un espacio tan poco amable que el lector empieza a sospechar algo desde bien pronto. ¿Es esto una novela? ¿Una terapia? ¿Un ajuste de cuentas? ¿La ficción puede ser redentora? Me produce tremenda tristeza conocer el caso real de David Vann. Maravillosa y triste. Como la vida.
Edita Alfabia.  ¡Marramiau!


Miedito me daba el libro cuando empecé a leerlo. Creo que intuía alguna cosa...

sábado, 4 de febrero de 2012

"Grandes esperanzas", de Charles Dickens

Para comenzar con la celebración del 200 centenario de Charles Dickens (este año voy a leer al autor inglés como si no hubiese un mañana) me he deleitado con la maravillosa "Grandes esperanzas". Urrrr ¡Un escalofrío me recorre desde la punta de mis bigotes hasta el último pelo gris de mi cola! El pequeño y huérfano Pip es zarandeado por la vida de una manera cruel e injusta, solamente encuentra consuelo y calor en Joe, el marido herrero de su terrible hermana. Un acontecimiento en los marjales con visos de las más monstruosa de las pesadillas y la bienvenida al mundo putrefacto de una fantasmal protectora, marcarán para siempre el destino del pobre desgraciado. Pip sueña con el mundo elegante y convertirse en un señorito, apartarse de la tosquedad campestre. Pronto descubrirá el valor de la sencillez de corazón, de la honestidad y de la amistad. 


En "Grandes esperanzas" la magistral pluma de Dickens asombra porque la trama es tan, tan redonda, y los personajes tienen un calado profundo en el lector, lo que se debe sin duda al genial retrato. He llorado (la amistad de Pip y Herbert), me he reído (todos los cara a cara del Sr. Jaeggery) y también me ha hecho recordar la imaginación fantástica que tenemos de pequeños y que cubre con un halo de maravilla/terror los acontecimientos, y también,  sobretodo, en la capacidad infantil de sentir la injusticia.



         ¿El calor cercano y austero del hogar conocido o la vida de gran señor con sus lujos en la City?          
¿Somos dueños de nuestro destino?   

                                           
                                         Yo he leído esta edición tan majestuosa de Backlist.