jueves, 27 de septiembre de 2012

"Zipper y su padre", Joseph Roth

Menudo perfil austrohúngaro que me gasto

Decir que Joseph Roth escribe bien es no decir nada. Roth escribe mejor que bien porque es un hombre sabio, un narrador nato. Conciso, poético sin quererlo, nos ha legado decenas de novelas que deben revisarse sin falta. Hablé hace meses de "La marcha Radetzy", la que fue mi primera lectura de este extraño 2012, y sin comerlo ni beberlo he vuelto a este imprescindible autor. Así que este verano, entre siesta y siesta, entre una lectura y otra, me he ventilado "Zipper y su padre", que bien podría titularse "Zipper padre e hijo". Aquí aparece de nuevo el enclave de la primera guerra mundial como sombrío e implacable jinete del apocalipsis y debacle de media Europa. Los Zipper, junto al narrador de la novela (amigo de la familia, huérfano de padre, alter ego de Joseph Roth), viven tiempos convulsos previos al asesinato de Franz Ferdinand en Sarajevo en 1914. La familia Zipper, como tantas otras de Viena y de cualquier punto de la Europa Austrohúngara, va tirando. No vive bien, porque no se puede vivir bien si no eres de la nobleza o directamente un canalla. Sobreviven, vamos. Nuestro narrador, amigo del alma de Arnold Zipper (el hijo al que hace referencia el título del libro), va repasando su adolescencia y juventud. Zipper padre, EL PERSONAJE DE LA NOVELA, queda tan maravillosamente retratado que parece que el lector conviva con él, conozca sus expresiones y reacciones. Zipper padre es uno de esos personajes con los que, a pesar de las diferencias, empatizas. ¡Y casi desde el minuto uno! 

A sus pies, Joseph Roth!

Pero a lo que voy: una vez expuesto el marco y los actores de la novela, llega sin avisar la guerra. La Gran Guerra. Y con ella todo lo peor del hombre contra el hombre. Y Zipper hijo y nuestro narrador se ven obligados a sumarse a la carnicería. Y entonces vuelven de la guerra y la novela ya es otra. Indefectiblemente otra novela, otro ritmo, otra historia. Y te das cuenta de la maestría de Roth cuando repasa los daños colaterales del conflicto físico y espiritual de algo tan aterrador y deleznable como aquella guerra. Y la convalescencia de los dos amigos toma caminos inesperados, y la amistad cambia -como no podía ser de otro modo-, y comienzan relaciones con otras personas, y los padres envejecen, y alguien se queda en el camino, y sus vidas no continúan porque ninguna vida continúa después de una guerra. Luego llega el cine, sí. El mundo del cine que irrumpe en la vida de ambos de un modo accidental y luego les pasa factura. Y...bueno, no sigo más porque deben leerla. ¿Una crónica generacional? Puede ser, aunque no soy amigo de la palabra "generación" y todo lo que ella comporta. Una amarga historia de ilusiones y decepciones, desesperación, supervivencia y, por encima de todo, una amistad sustentada en el respeto mutuo más allá de pareceres y desvíos de camino. Debo decir que el truco narrativo del último capítulo desconcierta. Joseph Roth se saca de la manga un personaje que ejerce de "nueva voz" para dar cierta luz a los hechos acontecidos en la novela, y eso me parece extraño (por lo tarde que aparece, por lo brusco y porque -aunque eso es bueno- el personaje en cuestión tiene un spin off como una catedral. En fin, nueva maravilla de Joseph Roth editada por Acantilado y recomendada por este su gato reseñador y maullador. Miau, miau, y remiau por el gran autor de la debacle austrohúngara.

Juro solemnemente que Joseph Roth es un MUST