Bueno, vale. Me ladran por ahí que sólo leo alta literatura, y es es falso a todas luces. Yo leo de todo, cosas ligeras, cosas serias, cosas demasiado pesadas, revistillas y bastante cómic. Diarios no, me aburren. Ayer repasé esta joyita de Brown que llegó a reeditarse varias veces. Sin hacerme aplaudir, la verdad es que me parece batante bueno el cómic. Narra las aventuras y desventuras de Misty, la primera gatita que tuvo el autor, una gata guapa y revoltosa.
Esto también lo hago yo...
Todo me recuerda a mi, claro. Es lo que tiene ser gato. Me gusta la idea de que al dueño (por llamarlo de alguna manera, porque dueño de un gato no hay nadie, eso que quede claro) no se le vea nunca la cara (buen, vaale, al principio sí, un poco). Eso está bien porque el mundo gatuno siempre sucede muy cerca del suelo, y así la perspectiva de Brown es verdaderamente justa con la de un felino. Bien visto, Jeffrey.
Edita La Cúpula. Remiau.
Así de fritico me suelo quedar después, nunca antes ni durante mis lecturas.
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