lunes, 26 de diciembre de 2011

"Paseos con mi madre", Javier Pérez Andújar


Miau, miau, mucho miau con la tercera novela de Pérez Andújar.
Y es que encima la he leído yendo a Barcelona en tren desde la periferia, esa fue mi premisa y mi decisión. Leía sobre San Adrián mientras pasaba por las 3 chimeneas y todo cobraba más sentido aún.
Ante todo el estilo, el fluir de las palabras, la musicalidad del texto. ¡Javier es un poeta, qué duda cabe! Un ritmo delicioso te mece entre fábricas, chabolas y autobuses en un periplo poco nostálgico pero emocionante con el joven Javier, que primero pasea con su madre por el Besós, luego estudia Filología en Barcelona, y más tarde se topa con polis, amigos varios, fantasmas del pasado y algunos del futuro. Una dulce música acaricia las frases, como si Javier hubiera escrito sobre el pentagrama de una seguidilla o una soleá.



Y luego Barcelona.
¡Si es que tiene narices que los de fuera solemos verle más y mejor las costuras a una ciudad que no es la nuestra! Bueno, ni nuestra de ni de nadie. Nosotros somos de los bloques, de los bares y de la gente.
Tiene este libro algo del ritmo frenético, abrasivo, punzante del Céline de “Viaje al fin de la noche”, o al menos así lo veo/leo yo. De crónica canalla de aquellas revistas de los setenta (Vibraciones, el primer Popular 1, Ajo Blanco), de viaje quijotesco, de película de José Antonio de la Loma, de sainete y de denuncia. Emociona especialmente el episodio del desastre en la fábrica de las tres chimeneas y esa mala gestión de todo en general. Uno lee todo lo que cuenta Javier y ve a un país que quiere salir de una pesadilla y no sabe cómo. Un país que no ha sabido condenar un pasado deplorable, que sigue con el lastre del miedo, la cobardía, el “peor es meneallo”, la desgana y el mal gobierno. Y da lástima que sea así.



Yo he paseado bastante por la periferia, me he buscado mucho la vida por ahí y por allá, y doy fe del semblante que se te queda, de las cosas que ves, las personas que te hablan y las que te dan la espalda. Luego llegas a la ciudad y los árboles no te dejan ver el bosque, y siempre hay más cera que la que arde, y las luces y los gozos y las sombras vienen con trampa y cartón.
Miau, Javier Pérez Andújar, por escribir un libro así de especial.


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