sábado, 3 de marzo de 2012

"Max y Moritz", de Wilhem Busch


¡Albricias, cómo emociona tener en mis garras una joya como esta! 
La leí siendo un gatico muy pequeño y puedo jurar que ciertas viñetas me estremecían. El dibujo de Wilhem Busch, algo rancio pero muy efectivo, creaba en mí una suerte de miedo cerval, inexplicable, de ese que obliga a desviar la mirada para luego volver a mirar casi con culpa de hacerlo (otro día hablaré de lo precursor de sus viñetas, el mundo del cómic le debe una a este alemán, vaya…). Lo leí en blanco y negro, (así era en su versión original de 1865), y ahora Impedimenta ha tenido a bien editarlo a todo color, con su estilo particular, cuidado y manejable a la vez. Miau. Estoy feliz de haberlo recuperado. 


Y encima -esto sí que es importante- viene con la sabia traducción y adaptación de Víctor Canicio. ¡Aplausos para este Übermensch! Hablamos aquí de una rima preciosa, verdaderamente musical, que remite a las melodías infantiles de los pueblos, de los pregoneros, de las abuelas que canturreaban sonetos tradicionales con las consabidas moralejas. Miau, miau.
Y luego las travesuras de Max y Moritz. ¡Ah, eso sí que son jugarretas! ¡Qué bien educados los niños alemanes de la época! (yo, que soy de Bohemia -nací en Pzlen, por si a alguien le interesa- he tenido la inmensa fortuna de tener una educación germánica, protestante, kantiana…maravillosa).
Puedo entender -muy a mi pesar- que en la España rancia de aquella época (1865) esto no pasara la censura ni de refilón. Y puedo entender que para la educación mojigata de aquellos tiempos esto podía convertirse en un anatema para el valiente editor que se atreviese a sacarlo a la luz. Bueno, de esos tiempos y de muchos de los que vinieron después. ¡Niños cometiendo fechorías sin recibir castigo alguno! ¡Niños maltratando animales, pateando culos de sastres y maestros! ¡Niños felices, sin pensar en el mañana, niños capaces de todo! Miau y requetemiau.


¿Qué demonios es la corrección política en la literatura infantil? Al demonio con ella. ¡Qué moderno era todo antes de la mal llamada “Era Moderna”! Fascinación y temor a partes iguales. ¡Me río yo de la supuesta crueldad de los cuentecitos de Tim Burton y sus melancólicos niños-ostra, ha, ha, ha!
Ahora sólo falta que Enrique Redel rescate el “Struwwelpeter” (“Pedro Melenas” para los de aquí) y ya me puedo retirar tranquilo a mi tejado, siempre a leer lo mejor de Impedimenta, que es mucho.


4 comentarios:

  1. Hace tres semanas que no sabemos nada de ti, Byron. ¿Dónde estás? ¿Una foto...?

    ResponderEliminar
  2. Miau, Anónimo, es que he tenido unos días rarunos, pero las lecturas no cesan. Debo ponerme a escribir en muy breve tiempo. Gracias por apretar un poco, es que soy un poco manta.. meow meow!!!

    ResponderEliminar
  3. Hola, Byron. Un apunte: el enlace de Enrique Redel es erróneo. Efectivamente, Enrique Redel es el director editorial de Impedimenta y el responsable de este libro que tanto te ha gustado. Pero el enlace a Wikipedia se refiere a otra persona. Dice que nació en Córdoba en 1872. Si es así, se conserva muy bien, porque parece bastante joven. No, en serio: Enrique Redel nació en 1971, en Madrid, y, por lo tanto es tan 'gato' como tú.
    Arrumacos gatunos.

    ResponderEliminar
  4. Meow, le he puesto un siglo de más a Enrique, pero...seguro que le hubiera gustado vivir en esa época, ni que sea unos días, ¿no? Mis disculpas.

    ResponderEliminar