¡Ojiplático me he quedao!
¡Miau y remiau para mi última
lectura del año! Con lo que me gusta a mí el cine de anticipación, la radio y
los reality shows, “Menos joven” se ha convertido, sin comerlo ni beberlo, en
mi distopía hertziana y psicótica del 2012 (sin contar la realidad española). Bravo
por el autor, sus referencias, sus guiños y su ritmo. Hacía tiempo que no leía
algo tan estimulante, pardiez. Pero vamos a lo que vamos: “El peinado de
Calígula” es un programa de radio cuya audiencia es pequeña (en edad, no en
número, quiero decir). Niños, sí, niños. El concursante es Bogdano, un tipo -adulto
ya- que ha sido educado con pequeñas triquiñuelas (¿quién no?), y que arrastra
algún que otro trauma (lo normal, vamos) montado a caballo por una especie de
plató de la vida como el de “La muerte en directo”, de Bertrand Tavernier (aunque
por momentos pensé también en “Rollerball” o “Death Race 2000”), persiguiendo a
sus ídolos. Sí, sí, a sus idolatrados escritores y músicos, a los autores que
ha admirado y venerado en su infancia y juventud, a su panteón personal de
valores. ¡Ah, pero no se vayan todavía, que aún hay más!
Mutación del color de mis ojos, amigos. ¡Se adaptan al libro!
La coña de la
educación truncada de Bogdano responde a una serie de confusiones premeditadas
acometidas por sus progenitores -gente maja de verdad- quienes cambiaban las
guardas de los libros generando “cruces culturales” del tipo “mi libro favorito
de J. J. Benítez es sin duda Guerra y Paz. ¡Qué personajes, qué desenlace!”
(por poner un ejemplo no real pero plausible). ¿Recuerdan aquella mítica
zamarra que Axl Rose llevó en sus años mozos? “Kill your Idols”, rezaba. Pues
eso, seguimos: sumisión y sinsentido a caballo de un texto que discurre
atropellado por sí mismo, por un narrador tramposo, plurilingüe y algo cabrón
(¿quién le dio permiso para insertar notas manuscritas, temblorosos subrayados
y flechas mareantes? ¿quién le hizo leer a Rubén Martín Giráldez toda la obra
de Nabokov y Pynchon retapada con portadas de Enid Blyton y Gloria Fuertes?). Y
¿qué es la cultura? La alta y la baja, el fetichismo de la misma, el uso que
hacemos de las fuentes supuestamente fiables. ¿Cómo nos han explicado la
realidad y cómo la hemos entendido? ¿Y en qué momento nos hemos empezado a
educar nosotros mismos, al margen de las citadas triquiñuelas paternas?
¿Sabemos educarnos? Con ese método revolucionario, el mencionado programa de
radio se convierte en el filo de la navaja que acabará degollando a los
genios y a nuestra camuflada gratitud hacia ellos mediante un proyecto de
admiración+aniquilación gonzo. Casi nada. Bueno, sí, algo más: no explico el
desenlace (¿puede haber desenlace en semejante chaladura?) porque soy enemigo
de los spoilers a más no poder. Ya he maullado suficiente este año (juraría que
esta es mi reseña más larga ever).
¡Libro Kinder Bueno: viene con sorpresa en el interior!
El endiablado ritmo de “Menos
joven”, su tensión y esa manera de acaballinar ídolos me recuerda al primer
Woody Allen (el de “Sin plumas”), agitado con el Beckett de los pasajes
centrales -supuestamente ininteligibles pero maravillosos- de “Esperando a
Godott” (deporte y castigo como motores
del mundo) y sacudido con unas notas de Terry Gilliam, algo de Baudrillard y de
Groucho Marx. Ah, pero también me ha venido a la quijotera aquella infame
película protagonizada por Arnold Schwarzeneger: “Perseguido”, una distopía
chunguérrima que -todos tenemos un pasado- fui a ver dos veces seguidas al
cine.2. Dos. DOS. ¿Es adorar ídolos un sacrificio sin precio? ¿Es de obligado
cumplimiento para un mentor-guía-maestro pedirle a su alumnado que lo mate (a
lo Zaratustra) una vez ha aprendido/aprehendido todo lo
aprendible/aprehendible?
Sitting on the dock of the bay...
¡Ah, pero no se vayan todavía,
que aún hay muchísimo más!
¡Calcomanías! ¿Qué? ¿Cómor? ¿Qué
no saben de qué les hablo? ¡Apártense de mi vista felina! ¿Ni la más remota
idea? ¡Que me aspen! ¿No queríamos todos nosotros, años ha, tener nuestras
camisetas de Kurt Cobain, de los Ramones o de cualquier marca deportiva para
fardar de molones en el instituto? Pues aquí tienen a Antonin Artaud, a Ezra
Pound y a otros “escritorzuelos” más para decorar sus antebrazos de marinero en
ciernes, rediós bendito. ¿Qué otro libro les puede ofrecer tanto por tan poco? Maullidos
de placer ante semejante rompecabezas skaz-pop. Un juguete “asín de divertido”
no se lee todos los días. Edita magníficamente Jekyll&Jill. REMIAU.
Te echaba de menos, Byron. La última foto es impagable. ¡Feliz año! Miaus bibliotecarios.
ResponderEliminarMiau, bibliotecaria! He estado ocupado leyendo (e incluso escribiendo). Y admito que postear se hace un poco cuesta arriba (postrear es más divertido)¿Todo bien por la biblioteca? ¡Maullidos de año nuevo para este 2013!
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ResponderEliminar¡Oh, Byron, me encantas! Espero que te animes a seguir escribiendo por aquí aunque sigo tus 'británicas' fotos en Facebook.
ResponderEliminarUn saludo gatuno =^^=